Llegando al final del siglo XX y todavía hoy en nuestro tiempo, surge esta corriente desde Francia. Esta corriente ha sido la que está terminando de desplazar al postmodernismo o, como algunos defienden, invadiendo su espacio conceptual. Recibe una fuerte influencia del constructivismo ruso, aunque sus nombres parezcan antagónicos. En 1988 una exposición en el MOMA de Nueva York terminó de definirlo y difundirlo.
Se caracteriza por tratar de generar confusión en el espectador desensamblando volúmenes y formas. Una vez separadas, se juega con ellas, se retuercen, se doblan y se disponen sobre un espacio definido. Libera a la arquitectura y la escultura de la norma establecida en tendencias anteriores como el modernismo.
Los edificios creados en esta escuela estimulan de forma impredecible. Los que trabajan este estilo lo definen como caos controlado.
Entre sus obras, disponemos de una referencia cercana. El Museo Guggenheim de Bilbao, España, de Frank Gehry, es uno de los edificios más espectaculares del deconstructivismo. Este mismo autor ha hecho también el museo de arte Weisman.
Otras obras importantes son el Monumento a los judíos asesinados en Europa de Peter Eisenman, cuya intención es generar una atmósfera incómoda en los que interactúan con él. Un sistema ordenado sin un vínculo apreciable con la emoción humana.